24533_laicismo_bigLaicismo; un Estado y sociedad sin Dios

Dr. Marco A. Huerta

Laicismo básicamente es la emancipación por parte de una sociedad a todo universo religioso. No es simplemente distanciamiento sino una total finalización al diálogo entre sociedad y fe. Es en esencia secularización social, con el fin de sentirse una sociedad mas progresista y desarrollada.

Un ejemplo de laicismo puro es Europa poscristiana. Su laicismo se ha construido desde una notoria descristianización, trayendo algarabía en algunos pensadores ateos que ya hablan del “fin de la fe en Europa”.

El laicismo busca un Estado profundamente laico, donde cualquier tipo de confesión religiosa es ilegítimamente democrática. De esta manera el laicismo tiene un completo dominio del discurso público y el Estado asegura ser garante de la verdadera libertad de conciencia.

Pero ¿Es necesario ser una sociedad poscristiana para avanzar y ser plenamente progresista? ¿Es aceptable considerar el diálogo de la fe como democráticamente ilegítima? ¿Es válido que se considere a Dios y la fe misma enemigo del hombre, de su libertad y su desarrollo social? Son algunas de las tantas preguntas que surgen cuando pienso en sociedades que al avanzar, no sacan su vista de la Europa poscristiana, su notable referente.

Definitivamente es bueno que nuestros países vayan hacia notables pasos de desarrollo, renovación cosmovisional y nuevas interpretaciones sociales. Sin embargo, lo que debemos señalar con claridad, es que algunas acciones progresista proponen una abierta descristianización como parte del desarrollo de una sociedad mas justa, igualitaria y moderna.

Es probable que alguno piense que exagero al usar la palabra “descristianización”, pero seamos honestos, el laicismo como supuesto camino ineludible, propone un Estado no-confesional, un mundo poscristiano, una sociedad descristianizada.

Un Estado puramente laico, significa un Estado que no tiene ninguna incidencia, referente o influencia religiosa, y además, excluye del espacio público el discurso de la fe. Cierra las puertas al diálogo contingente, señalando que el mundo de la fe debe preocuparse del mas allá, porque los problemas del mas acá serán resueltos únicamente por el Estado, los políticos o por las consultas populares.

Básicamente el concepto de Estado laico se alimenta de las doctrinas ateas y agnósticas. Hoy ser agnóstico suena intelectual para algunos. Otros se sienten incluso mas inteligentes. Con algunos agnósticos que les he compartido el Evangelio, me dicen que creer en Dios les suena a intelectualismo medieval. No les hace razonable cree en Dios y creer en los principios de la fe. Me decía un agnóstico; “No necesitamos una sociedad con principios cristianos, ya que con cristianismo o sin cristianismo asesinar igual es condenable”, ante lo dicho le dije; “sobre actos condenables ¿también incluyes el aborto? Incoherentemente me respondió que el aborto es un tema social y no moral.

La sociedad en proceso de descristianización tiene en la mira el dejar en desuso completo los símbolos religiosos, como la Biblia. Pero ¿Por qué el interés de anular la presencia pública de la Biblia? Entendamos que el laicismo no sólo tiene el interés de sacar la Biblia de su privilegio público a un ámbito reservadamente privado, sino de eliminar su definitoria identidad como ícono moral y de verdad esencial, con el fin de abandonar todo tipo de hermenéutica e interpretación de la vida y de la moral misma, que se ha hecho a partir de ella. La idea es eliminar aquello que incomoda e interpela la conciencia del hombre posmoderno.

Una sociedad laica trae las bases para una sociedad poscristiana. Europa es poscristiana y los Estados Unidos va por el mismo camino, debido al aumento considerable de ateos y agnósticos. Me cuentan algunos hermanos ingleses que buses en Londres tienen la llamativa frase agnóstica; “There’s probably no God. Now stop worrying and enjoy your life”, “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”.

¿Estamos siendo testigos de las primeras señales del fin de la fe? ¿Cómo serán nuestras sociedades descristianizadas en los próximos años? ¿Cuál es la verdadera lectura que la iglesia debe hacer de las sociedades que buscan ser poscristiana?

Es muy difícil vaticinar las consecuencias en los próximos 5 o 10 años si se establece un Estado laico. Pero lo que es muy probable, es que en 20 años mas alguien evaluará el proceder de la Iglesia del 2013 ante los desafíos que vivió. Quizás los pensadores del mañana cuestionen lo que teníamos haber hecho y no lo hicimos.

Un candidato a la presidencia en Chile resaltaba un interesante eslogan “Creo en Dios ¿Y qué?”, pero al perder ¿cómo habrá reflexionado su sector con el evidente “Estado Laico ¿Y qué?”?. Es mas ¿cómo reflexiona todo el mundo cristiano en America Latina, Estados Unidos o Canadá ante un laicismo que viene ahora o después, pero viene? Me parece que el laicismo viene para quedarse. Es parte de un escenario inevitable que tarde o temprano llegará. Quizás sea necesario que llegue, para que despierte un verdadero cristianismo que ha estado dormido bajo cobijas de tradición y religiosidad, y que en algunos temas contingentes ha dicho algo, pero en algunas heridas de la sociedad moribunda, pasa de largo, olvidando ser el buen samaritano.

En medio de los vientos laicistas debe levantarse una generación nueva. Que tenga en alta estima la senda antigua. Amante de la Palabra de Dios y que viva un apasionado compromiso con el Evangelio de Dios en Cristo. Una generación no confusa ante los escenarios difíciles y anticristianos que le toque vivir, porque si tiene pasión, será como la generación del primer y segundo siglo, que ante un imperio intolerante que los condenó a morir, lograron trastornar la mitad del imperio con la locura del Evangelio; Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros? (Romanos 8:31)

Si el laicismo es la desembocadura de todas las sociedades en vías de desarrollo ¿cómo debe actuar el cristianismo presente?

  1. No debemos sentir ningún temor, ya que Dios nos ha declarado luz, y sin duda que ni la mas densa oscuridad puede contra la luz, aunque esta venga de un pequeño pábilo
  2. No afligirse si la Biblia es sacado de todo espacio público, ya que ningún poder humano es su fuente de autoridad. Ni la Iglesia misma concibe la autoridad de la Palabra ni tampoco mantiene su autoridad. Su autoridad viene solo de Dios.
  3. Volvamos a ser la Iglesia del libro de los Hechos que trastornó el mundo conocido, con una predicación no sólo magistralmente teologal sino también poderosamente transformadora.
  4. Restauremos la esencia de nuestra koinonía cristiana, ya que hemos construido tantas divisiones, que el mundo hace tiempo dejo de decir “mira como se aman”.
  5. Revitalicemos la parte olvidada de la “gran comisión”; el discipulado, como la dinámica donde se trasmite eficazmente la vida de Cristo.
  6. Volvamos a enseñar no sólo una cristología histórica sino también bíblica y vivencial.
  7. Vivamos la vida de Jesucristo.
  8. Miremos con respeto y amor a los homosexuales, otras religiones, ateos, agnósticos, prostitutas, los que están en la cárcel, los que rechazan a Cristo; siempre orando para que Dios les de la belleza de la fe, el don de la salvación y el milagro de una nueva vida en Cristo.
  9. Miremos al mundo como Cristo lo miró; “ovejas sin pastor”.
  10. No abandonemos nuestros principios que tenemos a favor de la vida, de la familia y de la verdad.
  11. No nos avergoncemos de nuestra fe.
  12. Seamos un pueblo sabio y humilde, ahí esta nuestra grandeza.
  13. Como pueblo de Dios, humillémonos siempre delante de El, sólo así el sanará nuestra tierra.

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License

Marco A. Huerta. Hay autorización para usar este documento o citar partes de interés en cualquier formato. Se pide mencionar siempre al autor y la fuente. No alterar el contenido. Cualquier otro uso consulte a marcohuertav@gmail.com

Advertisement