Hola Marco, saludos desde Chile. He leído los artículos en tu página y han sido de mucho enriquecimiento. Tu sabes que como joven, uno está lleno de inquietudes. Es por eso que pensé en expresarte las siguientes preguntas;  ¿Cómo puedo desarrollar una relación genuina con Dios? se que la búsqueda debe ser constante, pero; ¿qué mas? ¿Qué dirección debo tomar, para que mi vida también sea grandemente usada por el Señor?
Jesús, Joven creyente. Chile

Saludos Jesús. Sin duda, que desarrollar una relación revitalizante con Dios es una excelente iniciativa y un deseo admirable de una vida iluminada y renacida. Es la evidencia de la luz del evangelio y el dinamismo del Espíritu de Dios, que te hace anhelar en plena libertad y gozo la presencia de Dios. Personalmente me bendice saber el anhelo de tu ser por el Señor y tu deseo ferviente de servirle. 

Primeramente debes tener en claro, que no hay un recetario o menú patentado, para tener una vivificante relación con Dios. Por consiguiente, lo que te expresaré, está basado en mi propio seguimiento al Señor, y mas que un ABC de las cosas, es mi experiencia, encaminada  siempre a través del consejo bíblico;

Pienso que Dios, lo que menos espera, son las formalidades religiosas e incluso místicas que a veces construimos en nuestro peregrinaje. En realidad, Dios está interesado en un acercamiento mas espontaneo, mas del alma, muy sincero y natural. Dios es un ser de relaciones profundas, amorosas y duraderas (eternas). La Biblia señala que El provee paz y alegría, para que entremos confiadamente en una relación plenamente familiar (Efesios 3:12). El se hace llamar Padre porque desea eternamente una gran familia (2:19).

Considera esta básica verdad; el anhelo que tienes por Dios, ha sido puesto en ti por el mismo Dios. Esto significa, que El también está deseando tu cercanía. Dios no es una realidad lejana o una especie de consciencia trascendente. El es un ser que le interesa entrar en comunión con el ser humano, ejemplo claro es el milagro de la encarnación; Dios se hizo hombre para habitar en plena horizontalidad con el hombre (Juan 1:14). Por lo tanto, mira a Dios como un ser cercano. Un amigo que merece nuestro interés. Un ser que ha tomado siempre la iniciativa amorosa de acercarnos a El (Juan 15:16).

Es muy importante que estimules una relación cotidiana con Dios. Tenemos la tendencia a centralizar todo en la liturgia o en el culto habitual, pero Dios es un ser de la cotidianidad. En los evangelios hay muchas figuras de Cristo, que reflejan su sencillez y cercanía; ha Jesús lo vemos como la puerta de las ovejas, vid verdadera, el pan de vida, entre otras imágenes, que muestran familiaridad y cotidianidad.

Te cuento que en una etapa de mi adolescencia procuré orar una hora diaria y si no lo lograba, me sentía muy mal conmigo mismo, porque tenía la impresión de que no estaba cumpliendo con el “acuerdo”. Sin duda, que a pesar de mi esfuerzo sincero, no me daba cuenta que esta experiencia de ser un anhelo espontaneo, se fue transformando en un ejercicio programado donde sentía que debía cumplir y lograr la “cuota” de una hora. Pero al pasar el tiempo fui comprendiendo, a través del ejemplo de mis cercanos (mis padres y discipuladores), que debía desarrollar y fortalecer mi experiencia con Dios, basado no en el esfuerzo humano, sino en su amor y su fidelidad (I Corintios 1:9, II Timoteo 2:13) y en su eterna promesa de saber, que en cualquier momento y situación, El escucharía la voz de mi corazón. 

Permíteme enumerar lo que ha sido mi peregrinar; de como entiendo y veo esta bella experiencia de vivir en plena libertad y gozo la presencia de Dios.

1. Estimula una espontanea espiritualidad. Recuerda que Dios es fiel y sus relaciones cotidianas están basadas en su amor y su fidelidad (I Tesalonicenses 5:24, Hebreos 10:23). Por lo tanto, la oración y la meditación de la Palabra son experiencias profundas que deben ser vividas y desarrolladas desde el saber, que El nos ama y nos escucha por su fidelidad. No permitas que tu experiencia sea un acercamiento místico y de formalismos religiosos. Acércate con confianza, alegría, con el deseo puro, espontáneo y sincero de hablar con Dios. No establezcas promesas innecesarias, por ejemplo; “te prometo Dios que oraré una hora diaria”. Probablemente se transforme en una carga, donde la vivencia del gozo, se vea atenuado por el peso de la culpabilidad al no cumplirlo. Por lo tanto, no te encierres en los horarios, aunque a veces un momento de oración puede durar horas, pero que esto sea una experiencia de gozo espontaneo. Ora en cada momento, porque orar es hablar con Dios. Habla con El en cada situación; El está contigo todo el tiempo. Estimula la oración antes de descanzar; agradecer a Dios por el día vivido, es un acto razonable. Al despertar se agradecido. Bendice el alimento que disfrutas. Encomienda a Dios cada actividad de tu jornada diaria. Permite que Dios sea cotidiano y cercano a tu ser.

2. Escucha a Dios a través de la Palabra. La fe se desarrolla y se fortalece en su Palabra. La vida Cristiana mayormente es una experiencia de Fe y una de las mayores certezas es que Dios siempre nos escucha y siempre nos habla. Por lo tanto, buscar confiadamente la voz de Dios a través de su Palabra, constituye una dimensión fundamental de la vida cristiana. Nuestra vida de fe necesita la Palabra, ya que nuestra interioridad se alimenta y se llena de su verdad. Lee y medita la Palabra. La meditación es un válido ejercicio de la fe. Básicamente es guardar silencio y volver a escuchar su voz, con los oídos del espíritu. La lectura de la Palabra trae seguridad y bienestar a la vida. Nos hace menos víctimas de nuestros sentimientos desordenados y mas sensibles a responder la iniciativa divina, de manera amorosa y generosa.

3. Bendice diariamente tu propia vida y tu quehacer diario. Se agradecido en todo. Hasta por el hecho de despertar en la mañana, declara tu agradecimiento al Señor. Que no pasen las horas sin estar consciente, que todo lo que eres y tienes es por su gratuidad. Cada desafío que emprendas, procura que Dios sea parte de ello. Pide su ayuda y bendición; esta acción hace a Dios un verdadero compañero de la vida. Cuidado con ser esclavo de actividades poco productivas. No despilfarres tiempo en las redes sociales; se sabio. No te estoy diciendo que desprecies esto, sino que le des su justo lugar y sabio tiempo. Procura presentarte a Dios como libre isntrumento de su justicia y amor; esto traerá mucho sentido y propósito a tu vida. Jesús dijo que su alimento era hacer la voluntad del Padre; encuentra sentido y deleite en imitar su ejemplo.

4. Abre tu corazón y oídos a los buenos consejos. Pon interés en la predicación de tus líderes y en imitar su buen testimonio. Se parte de un estudio bíblico o instituto local. Todo esto te ayudará a fortalecer tu fe. Acércate a las personas que te nivelan a la excelencia y que procuran los mismos nobles deseos que tu anhelas y buscas, pero aléjate de aquellos que podrían llevarte por la senda de los malos hábitos. Ten apertura para escuchar y disposición para responder a la invitación de ser un discípulo del Señor. Busca un mentor, alguien que te ayude en tu peregrinar; que te escuche y te oriente siempre desde el buen consejo de la Palabra de Dios.

5. Usa todo lo que tienes a la mano para que tu experiencia con Dios sea lo mas deleitoso. Puedes leer los salmos en voz alta, cantar una canción, tocar música, escribir, mirar la belleza de la naturaleza, meditar en silencio o hacer arte; todo lo necesario que pueda traer gozo y deleite en la búsqueda de su presencia. Recuerda que Dios desea que seas feliz en tu seguimiento a El.

6. Considera tener algunos compañeros de búsqueda. Esto es interesante, ya que con mas frecuencia se escucha de jóvenes que se juntan para cantar y meditar juntos la Palabra de Dios. Hacen devocionales una vez por semana, apoyándose mutuamente en la búsqueda sincera de Dios. Anímate a forma un grupo que sienta el mismo deseo por Dios y su Palabra.

7. Deléitate en la adoración. He entendido que Dios se siente amado y exaltado cuando ve a sus hijos felices en su presencia. Por lo tanto, cuando estés en comunión con los hermanos, enfócate en adorar con alegría y libertad; se feliz en su presencia. No seas pasivo en tu adoración comunitaria. No pierdas el tiempo en ser un espectador de las cosas. Participa con alegría, porque Dios habita en tu alabanza. Canta, danza, expresa libremente la satisfacción de tenerlo a El como Padre divino.

8. Ama y sirve al prójimo. Esta experiencia es muy estimulante y satisfactoria. Es básicamente mirar a Jesús en aquellos que puedes amar y servir. Camina la maravillosa aventura de considerarte un hermano menor, dispuesto a involucrarse y acompañar al prójimo. Conversa con el anciano olvidado; escucha su historia. Juega con los niños de la iglesia y de tu comunidad, ellos pueden mostrarte virtudes de Cristo, algunas ya olvidadas por los mayores. Involúcrate en el servicio al prójimo; si no hay proyectos de servicio en tu congregación, propone un proyecto de esperanza, solidaridad y acompañamiento. Acercate a la necesidad y el dolor del otro, probablemente en algunas de esas experiencia veas en ellos a Dios (lee, Mateo 25:34-40).

9. Ten la plena seguridad en los pensamientos de bien, que tiene Dios para tu vida. Dios tiene pensamiento bienaventurados para nuestras vidas. El nos conoce y desea nuestra dicha. Por lo tanto, siente la bendición de saber que su voluntad para contigo siempre sera buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Se dichoso en su plan, aunque lo desconozcas. Dale gracias a Dios por su voluntad, aunque todavía no lo sepas. Ama desde ya lo que vendrá de parte de El, aunque todavía no lo poseas. Se feliz de tener un Dios que te ama eternamente, que te alcanzó con su perdón y que diariamente se hace cercano a ti.

Todo esto que te he señalado vienen de mi corazón y de mi propia experiencia con Dios. No es una formula sino una vivencia compartida.

Marco A. Huerta

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