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¿Es mejor un líder experimentado o un líder novato?

Marco A. Huerta

Es un pregunta que siempre surge a la hora de darle a un hombre, mujer o un equipo de trabajo, los destinos de la iglesia local o de una institución denominacional. Definitivamente necesitamos la madurez del experimentado, para darle solidez a las cosas, pero también necesitamos el ímpetu del joven novato, para la innovación y la proyección audaz.

El mejor camino es que el experimentado líder, sea humilde y valore la creatividad de los líderes jóvenes, y le de espacio para el desarrollo de sus ideas. Por su parte, el líder joven humildemente debe escuchar y considerar a los experimentados, proveyéndoles espacio para su evidente aporte. 

Si el experimentado no escucha al joven, no escucha el susurro del futuro, pero si el joven no escucha al experimentado, no escucha el susurro de la historia; y ¿qué sería el futuro sin historia o la historia sin futuro?.

Si tengo un lider experimentado o un joven, no es en si el dilema, porque si tanto el experimentado como el joven nos permiten soñar, avanzar, nos dan espacio para innovar o reimaginar nuevas formas de hacer la pastoral, ama la historia de los experimentados y confía en las ideas de los mas jóvenes; ese lider sea experimentado o joven viene de Dios.

Ahora permíteme agregar una refñexion más; a veces da la sensación que una elección en particular no fue la mas idónea y creo que probablemente la causa sea en la falta de atractivo que hay en algunos puestos eclesiásticos. La poca claridad en sus funciones, las responsabilidades extenuantes pero con pésimos honorarios, hacen que ciertos cargos (que para algunos son carga), pierdan la honorabilidad que debe tener y tome el liderazgo alguien que porque los demás no quisieron, no podían asumir el alto costo o las restricciones para elegir dejan fuera a los más idoneos, él tuvo que asumirlo y generalmente el que asume dicha responsabilidad es un ministro joven.

En un proceso de elección, se espera que en espacios donde se valora la oración y la guía del Espíritu, estos procesos se den bajo todas las garantías posible, para total confianza en los resultados. En lo personal, cuando vemos el cuerpo pastoral reunido para trazar los destinos de la Iglesia a nivel de liderazgo o cuando la iglesia inicia un proceso de elegir un nuevo pastor, no debería haber razón alguna para dudar de la legitimidad de lo que al final se de.

Al enfrentarnos a elecciones ministeriales debemos garantizar los debidos espacios democráticos, un formato logístico de votación transparente (sin improvisar en el momento), tener conocimiento previo de las funciones y perfil de candidato que la asamblea debe elegir (en lo posible recibir con anterioridad este conocimiento de funciones y perfil, para no llegar en vacío); sería interesante considerar delimitar el número de candidatos, para que no se generalice el proceso; hacer una lista de candidatos que cumplan ciertos requisitos y la comunidad pastoral en general pueda votar mas objetivamente. Podría haber un consejo que determine una lista, pero dejando la apertura para que cualquier ministro señale su personal deseo de estar también en dicha lista (delimitado pero con apertura). Por último; garantizar que todo se dará en una esfera de total dependencia en Dios. Estos y otros puntos podrían darnos cierta garantía para confiar en el desarrollo de la elección y en sus resultados finales.

Por último quiero señalar, que al hablar de líder experimentado vs líder novato joven, muchas veces carece de total objetividad, ya que encontramos líderes experimentados con una evidente frescura y una rica actitud innovadora, tan vasta como la de un joven ministro. Por otro lado, nos encontramos con jóvenes ministros, con una evidente madurez, experiencia y disposición para seguir aprendiendo, jóvenes tan equilibrados como un ministro de vasta experiencia.

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