Fiel a la vocación pastoral
Dr. Marco A. Huerta
La vocación pastoral tiene razón de ser, porque es la evidencia del evangelio encarnado en la vida de aquellos que responden al llamar. La vocación se realiza en pro del evangelio, siendo el mayor beneficiario el mismo cuerpo de Cristo. Todo aquel que ha sido llamado, se debe al cuerpo y el cuerpo a su cabeza que es Cristo. Nunca el cuerpo existe para el ministro. Todo ministro es servidor del cuerpo; es este el sentido misional de aquellos que hemos sido llamados para el ministerio.
Tener un correcto sentido misional, evidencia nuestra clara comprensión bíblica de nuestra vocación. Nuestra vocación nos encamina a la acción de darnos por la iglesia, siendo esta acción, la mas alta razón de lo que define un enviado. Nuestro distintivo apostolar es que somos enviados a servir en el cuerpo. Apóstol denota la idea de ser enviado como una ofrenda, con el fin supremo de existir para servir a los demás. No hay ninguna relación entre la verdadera y bíblica autoridad apostólica, con aquella que con vana pretensión exige ser servida.
En todo ministro debe estar este claro distintivo apostólico; somos enviados como ofrenda de Cristo para el beneficio de su propio cuerpo. Somos la ofrenda ministerial del amor de Cristo a su Iglesia, como él fue la ofrenda ministerial del amor del Padre al mundo.
Nuestra vocación pastoral no es precedida por una designación denominacional, sino por un verdadero llamamiento divino. La institución eclesiástica, confirma y facilita nuestro desarrollo ministerial, pero en si, el llamado lo recibimos de Cristo. La vocación al servicio ministerial, nace primeramente de un llamado direccional, llevándonos a una designación imperativa. En esta designación imperativa, la constante indefectible es el servicio.
La vocación pastoral tiene que ver con el servicio. La disposición hacia los demás, es la mayor presentación del verdadero llamamiento. No podemos separar vocación pastoral del ejercicio servicial. Somos llamados a servir a los santos. No hay otra forma de expresar la vocación. Es el servicio, el contexto donde se expresa nuestra fidelidad a Cristo, que nos ha llamado como sus ministros. Nuestra vocación pastoral nace, se desarrolla y termina en el servicio. No somos señor de la grey, sino servidores de ella. Como ministro se nos ha delegado la autoridad de Cristo. Esta autoridad es administrable, siendo el mejor contexto de ella, el existir para servir a los demás.
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