Saludos Marco Huerta. Soy profesor de Teología Contemporánea en el Teológico de Nashville, TN. y siempre me gusta leer el pensamiento de otros colegas sobre el diálogo de la fe con la vivencia y la razón humana. He estado leyendo algunos de tus apuntes y me ha gustado la forma en la que encaras diversos temas de interés y preocupación presente. Comparto con mucho de tus pensamientos, claro que en algunos me gustaría el diálogo para considerar nuevos matices. Permíteme hacerte una pregunta que se ha transformado, en lo personal, en la esencia de un escrito que estoy realizando para una futura publicación. Desde tu experiencia como teólogo; ¿CUÁL ES EL ACTO MÁS HUMILDE DEL PENSAR TEOLÓGICO?
David, teólogo. Nashville-Tennessee.
Un gusto de conocerte David y saber que compartimos el mismo llamado hacia la educación teológica. Amo la buena disposición de pensar, vivir y compartir nuestra fe. Sobre la pregunta en cuestión;
Antes de responderte quisiera reflexionar sobre la necesidad de entender lo que señalas: el acto de la humildad y su relación con el pensar la fe. El pensar teológico siempre tiene como centro el misterio de lo divino y no hay otra virtud mas idónea que la humildad para lidiar con sus complejidades. El teólogo es llamado a ser humilde; siempre es un pensador, pero un pensador humilde, ya que la humildad también es un modo de conocimiento teológico que resulta del encuentro con lo divino. La humildad es una forma de vivir en alegría y libertad, entendiendo que nuestra razón esta limitada para entender dicho misterio. También, es la manera idónea de acercarnos a Dios, esperando que Él desvele su verdad y belleza. La humildad es el modo de actuar del teólogo, y también el testimonio de su contemplación hacia la inmensidad del misterio que atrae su fe y escandaliza su razón.
Por lo tanto, el acto humilde sería el reconocer que todo esfuerzo cognitivo está en esencia limitado para vislumbrar la belleza del misterio divino. Llevándonos esto a la conclusión más pura, central y humilde del pensar teológico; sólo por la confianza total en Jesucristo (fe) somos encaminados a la más completa vivencia y conocimiento de Dios (Juan 14:6).
Marco A. Huerta
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