πληρώματος plerómatos: La Plenitud de Cristo
Dr. Marco Huerta
Plerómatos es un término griego que puede ser traducido como “plenitud o llenura”. El término generalmente es usado para hablar de la plena integridad y perfección de algo. Este término aparece en el primer capítulo de Juan; “Porque de su plenitud (πληρώματος) tomamos todos, y gracia sobre gracia” (1:16). En este verso, se está hablando del plerómatos de Jesús. Juan desea afirmar, que hemos recibido de Jesús todo lo íntegro y perfecto de su ser. El está en nosotros, no en porciones o medida alguna, sino en completa plenitud. Cristo habita en nosotros de manera íntegra, completa y perfecta.
La promesa de Jesús en Mateo 28:20, alude a la hermosa realidad de estar en Cristo y El en nosotros, porque tenemos su plerómatos. En este texto de Mateo, la expresión griega ἐγὼ (ego) μεθ’ (meth) ὑμῶν (jymon) εἰμι (eimi) πάσας (pasas) τὰς (tas) ἡμέρας (jeméras) podría traducirse “Yo con ustedes soy, todos los días”. Note lo interesante de la expresión “con (meth) ustedes (hymon) soy (eimi)”. El verbo presente indicativo de εἰμι (eimi), determina que la presencia de Cristo con nosotros es en plena, absoluta y perfecta comunión. El está en plenitud con nosotros; Cristo es con y en nosotros.
Por su parte, Pablo reconoce que la plenitud de Cristo ha sido tan real y poderosa, que ha absorbido toda su existencia misma; “…y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” (Gálatas 2:20). No sólo tenía relación íntima con Cristo, sino que su propia vida había sido atraída y absorbida por la misma persona de Jesús. La expresión “ya no vivo yo”, habla de su completa renuncia a cualquier tipo de autonomía y emancipación. Para Pablo la verdadera libertad en Cristo, es la entrega de su propia libertad a Cristo. Existir en Cristo y para su completo servicio, es la expresión vivencial más pura, completa y auténtica de la libertad.
La iglesia es el cuerpo de Cristo. Esta realidad ontológica, mas que una representación mística, es la hermosa evidencia de que Jesús ha absorbido al creyente para hacerlo suyo. La Iglesia no es su cuerpo porque simboliza a Jesús, sino porque ha sido plena y perfectamente transformada para ser como El. Todo creyente al ser lleno de la plenitud de Cristo, es lleno de la naturaleza del Señor. Esto significa que la vida de Cristo, su bello carácter y su poderoso mensaje, hacen nido en la vida del creyente. El creyente, como iglesia y parte de su cuerpo, va mostrando las evidencia de la presencia de Cristo en su ser. La iglesia que dice ser el cuerpo de Cristo, lo dice no porque representa o simboliza a Cristo, sino porque realmente está llena de la plenitud de El. Nadie que no esté lleno de la plenitud de Cristo, puede ser su iglesia ni mucho menos su cuerpo.
Evidenciando la plenitud
La iglesia debe evidenciar su naturaleza en Cristo. Por sobre cualquier otro perfil; denominacional, institucional, local o personal, está primero nuestra responsabilidad de identificarnos y mostrar plenamente nuestra naturaleza en El.
La Biblia declara que;
1. Somos el cuerpo de Cristo (Romanos 12:5, I Corintios 12:27, Efesios 4:12): Estamos plenamente llenos de su plerómatos. La iglesia está plena, íntegra, perfecta y completamente absorbida por Cristo. La única imagen que el mundo debe ver, cuando observa a la iglesia, es la imagen de Jesucristo. La iglesia como cuerpo es la imagen y presentación fidedigna del Cristo ascendido y glorioso.
2. Tenemos sus vestiduras (Romanos 13:14): La figura de la vestidura en Biblia, en la mayoría de los casos, sugiere la naturaleza de la identidad y de la responsabilidad ministerial de la Iglesia. Los sacerdotes para el ejercicio de sus funciones ministeriales, usaban vestimentas apropiadas a su identidad y función. En nosotros también deben verse las apropiadas vestiduras de la gracia y el apostolado de Cristo (Romanos 1:5). Las vestimentas evidencian la naturaleza de nuestra identidad y responsabilidad en Cristo. Pablo nos insta a vestirnos de Cristo, porque de El estamos llenos (Romanos 13:14, Gálatas 3:27).
3. Tenemos la mente de Cristo (I de Corintios 2:16): No estamos sujetos a una mente carnal, limitada ni mucho menos egoísta. Mi mente está sujeta a la obediencia a Cristo (II de Corintios 10:5). Los pensamiento redimidos por el Evangelio, me llevan a todo lo verdadero y justo (Filipenses 4:8). Nuestra mente en Cristo esta sujeta a los principios espirituales y no carnales. La palabra usada para mente es νοῦν noun. La mente de Cristo (νοῦν Χριστοῦ noun Jristou) en nosotros, alude a la bendición de estar equipado con el entendimiento de Cristo, en todo lo relacionado con la capacidad de combinar o crear pensamientos en Dios. Elevar la actividad racional, intelectual, emocional, perceptiva, imaginativa y funcional, con el fin de conocer y vivir en la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios (Romanos 12:2).
4. Somos un espíritu con Cristo (I de Corintios 6:17): Hemos recibido la esencia de Cristo. Una esencia somos con él. Al unirnos a Cristo, el Espíritu Santo pone la semilla divina (I de Juan 3:9), con el fin de formar un nuevo y justo hombre, del cual Cristo es el hermano mayor (Colosenses 1:15). Esta realidad nos pone en una posición espiritual tan sublime (Efesios 1:3, 2:6) y de participación con la naturaleza divina (II de Pedro 1:4). Esta nueva creación, que es un espíritu con Cristo, es un nuevo hombre justo, hecho a la imagen del justo Jesucristo (Efesios 2:10)
5. Somos su fragancia (II de Corintios 2:15): Así como Cristo se entregó por nosotros como olor fragante (Efesios 5:2), nuestras vidas debe ser una fragante ofrenda para nuestro Dios. La fragancia es por la presencia de Cristo en nosotros. Pablo es radical en decir; “si alguno está en Cristo, es una nueva creación” (II Corintios 5:17, NVI). Esta nueva creación tiene la fragancia de la vida en Cristo (Romanos 6:11). Note que la palabra “fruto” elegida por Pablo en Gálatas 5:22, es καρπὸς karpós; los campesinos helenos le llamaban karpos al fruto en pleno estado de madurez, fragancia y delicia. El fruto del Espíritu, evidencia el proceso de madurez en Cristo. En dicho estado, la fragancia de las virtudes del fruto es recibida por Dios y percibida por los hombres (Mateo 5:16).
6. Tenemos la vida de Cristo (Juan 14:6): En este texto la palabra vida viene del griego ζωή zoé que significa “Vida divina y eterna”. La vida preciosa de Jesucristo está en nosotros. La vida natural, es una vida limitada en el tiempo y espacio. Pero en Cristo, nuestra existencia está cubierta por el ζωή zoé de Jesucristo, de tal manera que la vida de Cristo, sostiene nuestra existencia limitada y la transforma para que viva de acuerdo a Cristo, en un nivel de plena e irreversible libertad.
7. Tenemos su talla (Efesios 2:10): El Espíritu Santo va formando en nosotros, un nuevo hombre completamente justo por lo méritos del Señor. Un justo que tiene la estatura de la plenitud de Cristo. Esta nueva naturaleza justa y perfecta, está habilitada por el Espíritu para caminar en toda buena obra (II Timoteo 2:21, 3:17). Es creada según Dios, en la justicia y la santidad (Efesios 4:24, Romanos 6:13).
8. Somos miembros de su Cuerpo (I de Corintios 6:15, Efesios 5:30): Como miembros del cuerpo de Cristo (I de Corintios 12:12), tenemos identidad y funcionalidad claramente definida (12:27). Sabemos cuál es nuestra labor en el cuerpo y de que estamos dotado. Como miembros diversos, vivimos en perfecta armonía, ya que todos estamos conectados a la mente de Cristo (2:16).
9. El es nuestra cabeza (Efesios 4:15): La cabeza representa gobierno absoluto y suficiente. Cristo gobierna incuestionablemente sobre la Iglesia. Gobierna de manera absolutamente soberana. Cristo como cabeza, es salvador de su propio cuerpo (Efesios 5:23). Como cabeza tiene supremacía (Colosenses 1:18). Cristo mantiene al cuerpo ajustado (Efesios 4:16), nutrido y unido (Colosenses 2:19).
En conclusión; recordemos que la plenitud es sin medida alguna. Plenitud obedece al entendimiento de ser absolutamente completo en Cristo. La palabra griega de plenitud es πληρώματος plerómatos, que denota la idea de una llenura perfecta e integra de su ser. Somos llenos de la plenitud de Cristo. En El soy completo y justo. El no sólo está con nosotros, sino que es con y en nosotros; μεθ’ (meth = con) ὑμῶν (hymon = ustedes) εἰμι (eimi = soy). En esto se resume la verdadera libertad; estar en Cristo, plenamente lleno de su ser. Esto también es la esencia de lo que significa ser su cuerpo; La Iglesia no es su cuerpo porque simboliza a Jesús, sino porque ha sido plena y perfectamente transformada de acuerdo a Cristo. La Biblia declara que somos su cuerpo, tenemos sus vestiduras, su mente, somos un espíritu con El. Somos su fragancia, tenemos su preciosa vida y su talla, somos miembros de su cuerpo, donde El es la única cabeza.
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Marco A. Huerta. Hay autorización para usar este documento o citar partes de interés en cualquier formato. Se pide mencionar siempre al autor y la fuente. No alterar el contenido. Cualquier otro uso consulte a marcohuertav@gmail.com
Dr. Huerta,
Leí algo de sus escritos teológicos por primera vez vía internet, están muy interesantes.
Le felicito por su página web “Teología al Servicio”. Bendiciones.
Pastor. O. Santos
Muchas gracias Pastor Santos, por apreciar nuestros trabajo. Espero que los nuevos escritos sean también de bendición. Un abrazo
Hola hermano Marco, estaba buscando informacion sobre la plenitud de Cristo y en referencia a que encontre un comentario sobre la palabra original griega y decia que, sobre los que quieren ser perfectos, porque tambien con esa palabra hablaba sobre la planitud de Dios, especificamente cuando cita efesios 4, 13 que habla de la unidad de la fe, y el hombre perfecto, como se puede balancear esta declaracion ya que en 1 corintios 15, nos habla de un ser corruptible, el documento que lei era uno famoso de Mathew Henry, pareciera que esa afirmacion estuviera fuera de balance.
Saludos Blogtinto, aprecio la consideración de comentar y abrir un interesante diálogo. La clave está en entender la obra de Cristo en nuestras vidas y la operación de su naturaleza perfecta en nuestro ser. La plenitud de lo perfecto se entiende como la obra perfecta del evangelio en nuestra vidas, poniéndonos en plena horizontalidad con todos los beneficios de la salvación. Por lo tanto hay una plenitud perfecta anidada en nosotros, que nos hace ser personas plenamente completas, ya que nos cubre su obra perfecta. Esto significa que todo lo obtenido es por lo méritos de Jesús. Seguimos siendo persona por naturaleza imperfectos o vulnerables, pero dentro de esa naturaleza débil, transitoria y pequeña habita la plenitud de lo eterno. En él somos constituidos perfectos porque su obra perfecta nos cubre. Seguimos siendo pequeños pero nos cubre la plenitud de su evangelio que nos posiciona como personas perfectas no por naturaleza, sino por obra. Espero haber ayudado un poco. Un abrazo
Si, he estado buscando y con eso en mente, creo que se resume en la obra de Cristo y continuar en la fe, gracias por su comentario.