que-es-la-verdad-pilato¿Qué es la verdad?

Dr. Marco A. Huerta

La búsqueda de la verdad, siempre ha sido el tesoro esquivo de las civilizaciones pasadas. Los filósofos de la Grecia antigua, los clásicos escritores babilónicos y las culturas emergentes en la zona mesopotámica, siempre tuvieron la tendencia de ser buscadores del entendimiento pleno de lo existente. Siempre ha sido un eco desesperante del devenir de la civilización humana, la verdad última de las cosas. La historia de la filosofía clásica se divide en dos etapas muy marcadas; la etapa cosmológica y la antropológica. En la primera etapa, los pensadores filosóficos buscaban la verdad última en la observancia del misterioso cosmos. El universo en su constante cambio y transformación, seducía el interés de filósofos como Anaximandro, Tales o Anaxímenes, todos de la ciudad de Mileto. De igual forma, en la etapa antropológica surge la necesidad de comprender la vida humana, tanto en si misma, en su espiritualidad mística y en la relación con el prójimo. Los filósofos antropológicos, señalaban que la verdad estaba dentro del mismo ser humano. Los clásicos filósofos de esta época fueron Sócrates, Platón, Aristóteles, entre otros.

En los Evangelios hay un hecho interesante, que es un verdadero desespero existencial exteriorizado por Poncio Pilatos. Algunos historiadores señalan, que Pilatos era un amante de la filosofía clásica y disciplinado lector de los poemas y credos filosóficos sobre el entendimiento de la verdad. Este Procurador romano en un diálogo íntimo con Cristo, momentos previos a la cruz, tras una declaración radical de Jesús al decir; “…he venido a dar testimonio de la verdad…” (Juan 18:37), se vio cautivado a preguntarle; “…¿Qué es la verdad?…” (verso 38). Al seguir con la lectura (versos 38 al 40), da la impresión que tal pregunta no fue respondida por Jesús, sin embargo, si leemos todo el contexto de la conversación (verso 28 al 40), podemos darnos cuenta que Jesús no sólo le respondió anticipadamente, sino que le declaró que El daba testimonio de la verdad y El en sí era la verdad. Jesucristo declara lo siguiente; “…aquel que es de la verdad, oye mi voz” (verso 37). La voz de Jesucristo es la verdad misma y el que está en armonía con su palabra es de la verdad. Poncio Pilatos preguntó; “…¿Qué es la verdad?” (verso 38), sin embargo, dicha pregunta ya había sido previamente resuelta; Jesucristo da testimonio de la verdad y aquel que es la verdad oye su voz (verso 37). El es la verdad.

En una ocasión Jesucristo declaró que él era la verdad misma. En el Evangelio de Juan, Jesucristo hace una declaración de su propia esencia y existencia; “Yo Soy el camino, la verdad y la vida…” (14:6); el hebraísmo de está expresión sería; “Ani Ha Derek, ve Emet, ve Jaim”. Nuestro interés es el término hebraico “Emet”, que en su similar griego sería “aleezeia”. “Emet” es la raíz hebrea de la palabra “verdad” y tal término significa; “lo que es sustancialmente real y auténtico, lo consistentemente real, sin apariencia y lo definitivamente consecuente”. Por su parte, el término griego “aleezeia” significa “autenticidad”, “consecuente”, “congruencia” y “veracidad”. La verdad auténtica se encuentra en la base de la esencia y la existencia de Jesucristo. El no sólo tiene una verdad, sino que es la verdad misma.

Cuando se emplea el pronombre “Yo Soy”, en hebreo “Ani” o en griego “Ego Eimi”, se esta enfatizando que lo que a continuación se declarará pertenece a la naturaleza, esencia y existencia misma del que lo declara. Jesucristo dice; “Yo Soy”, y esto es una importante afirmación del misterio de su naturaleza. La verdad, como parte de la naturaleza de Jesucristo implica tanto la fidelidad y la rectitud de su ser y mensaje. Si Cristo es la verdad, lo que sale de él es fidedigno y recto. El filósofo Parménides señaló que “aleezeia” (la verdad), como naturaleza llena al ser y su mensaje de autenticidad y gloria. Juan también señaló lo mismo al declarar; “…y vimos su gloria, gloria como el unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” (1:14). El griego “aleezeia” también enfatiza la verdad como una realidad consecuente, esto quiere decir, que hay una armoniosa realidad entre su mensaje y lo que El es. Jesucristo vive su mensaje, hay una perfecta conexión entre lo que predica y lo que El es. Cristo es verdad porque su vida y mensaje es legítimo, genuino y puro, en contraposición a lo mezclado, falso, inauténtico e inconsecuente.

La verdad en el Reino no sólo son hechos, proposiciones deductivas, dichos atemporales o resoluciones doctrinales objetivamente trazadas. La verdad es Jesucristo y el mensaje de su voz, y el que está en la verdad, está en una íntima relación con la persona de Jesucristo y su mensaje. Bonhoeffer señalaba; “vivir en la verdad significa la liberación que viene por la participación en el ser de Jesús, en el existir para los demás”.

Quien es de la verdad, sólo puede ser decidido a la vista del mensaje y la figura de Jesucristo. Estar en la verdad, es vivir reproduciendo en nuestras vidas la persona de Jesucristo y su mensaje. Pedro en su primera carta señala; “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (I Pedro 2:9). La palabra “virtudes” viene del griego ἀρετὰς “aretas” y significa “bondad, virtud o conducta excelente”. No podemos ser anunciadores de la virtud de Cristo, si estas virtudes no están reproducidas en nuestro carácter. Pablo en su carta a la iglesia en Galacia les señaló; “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19). Esto es la esencia de la verdad; vivir en él, ser en él y moverse en él; “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos…” (Hechos 17:28).

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